Te elijo a ti, siempre
- Sandra J.M
- 4 ago
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Nunca imaginó que el amor también podía doler de esta manera: no por falta de cariño, sino por tener que soltar mientras aún hay tanto por vivir. Él se va. Lejos de ella, a varios centenares de kilómetros de distancia, para perseguir un sueño que no le pertenece a ella, pero que respeta porque le pertenece a él.
Y ella se queda. Con el corazón apretado, con la cuenta atrás colgando del calendario. Sabe que no se va para siempre, pero hay ausencias que pesan aunque tengan fecha de regreso. Lo que más le duele no es que se marche, sino que no pueden despedirse como les gustaría. Que cada momento que pasan juntos es una batalla silenciosa contra las tensiones, los límites y los ojos que juzgan.
Conflictos en la que sombra que convierte cada encuentro en un acto de resistencia. Pero aun así, ella lucha. Por los ratos compartidos. Por las risas robadas. Por los abrazos que saben a despedida antes de tiempo. Besos salados por las lágrimas escondidas.
En su interior, el miedo se mezcla con el amor. Miedo a que la distancia enfríe lo que tanto les ha costado construir. Un amor que ha sido imperfecto, sí, pero real. Que ha sobrevivido a discusiones, a desacuerdos, a días oscuros… y que ahora se enfrenta al mayor reto: la distancia.
Pero ella sabe —y él también— que cuando el amor es sincero, no se rompe con la ausencia. Se transforma. Aprende a hablar otros idiomas: el de las videollamadas pactadas en un día de la semana, el de los mensajes de “pienso en ti” o "te quiero" sin previo aviso, el de los reencuentros esperados con paciencia.
Quedan pocos días. Y quizás no puedan vivirlos como soñaban. Pero los vivirán con intensidad. Porque, al final, lo que los une no es el tiempo que pasan juntos, sino todo lo que sienten el uno por el otro… incluso cuando están lejos.
Porque hay algo más claro que el hecho de que la distancia no los romperá, sino la afirmación férrea de ella, "te elijo a ti, siempre".
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