Cuando la musa se va no te queda nada
- Sandra J.M
- 5 may 2020
- 1 Min. de lectura
Enfrentarse al papel en blanco es muy difícil de asimilar. Tu mente está más vacía que el documento que tienes delante de tus ojos.
Ni las manos con el bolígrafo ni tus dedos sobre el teclado parecen poder moverse. Todo se para en tu mundo interno. Ya ni te apetece escribir, eso que antes te apasionaba como nada.
El miedo y el sufrimiento. La monotonía machacante te destroza la imaginación y la inspiración decide dejarte solo a tu propia suerte. Que niña tan estúpida de corazón cansado. Que ya ni escribir la ayuda a conciliar el sueño cada noche de insomnio.
Dame algo a lo que aferrarme. Dame algo que me inspire, pero por favor... Que sea positivo. Mi musa se ha perdido. Quiero reencontrarme con ella y que me trae inspiración para textos brillantes, palabras llenas de luz, de esperanza y de felicidad. No quiero más relatos tristes, pesadillas plasmadas sobre el papel. No quiero un cuaderno de vida, un diario de aventuras que solo relate las penurias del día a día. Quiero un libro lleno de páginas rosas, que al releerlas meses después me saquen la sonrisa al recordar y rememorar esos momentos, volver sentir todo como en aquel instante.
Gracias mente, por mantenerte fuerte ante la adversidad y por dejarme usar las palabras para escapar.

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